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LOS NARRADORES WAYUU: MEMORIA DE UN PUEBLO

Vicenta Siosi

CHARLA NARRATIVAS WAYUU

Dentro del pueblo wayuu existen personajes muy importantes: el pütchipü, o el conciliador; la outsü, la médico, y también están los narradores, los akuju, como le decimos nosotros. Pero para ser narrador, hay que tener un talento especial. Para ser narrador, se tiene que conocer nuestra rica tradición oral, que es amplísima, es muchísima. Los wayuu tenemos infinitos mitos, leyendas, historias, canciones, chistes y refranes. El narrador tiene que conocer toda esta tradición amplia, pero además debe tener el don de escuchar, esta virtud tan olvidada y tan en desuso hoy.


Además de las cualidades anteriormente mencionadas, el narrador tiene que tener muy buena memoria y tiene que tener una gran capacidad gestual, porque con su cuerpo va a apoyar la narración; tiene la riqueza del lenguaje, tiene un talento creador y un buen sentido del humor. Es característica de un narrador poder sacarle sonrisas a las personas que lo están escuchando. Y tiene que tener ese ánimo sosegado que se necesita para contar historias; una persona ansiosa no puede contar historias. Por último, el narrador debe tener una gran respetabilidad en el entorno; eso significa que tiene que ser una persona integral.


Este narrador tiene el deber de transmitir de la tradición oral de una generación a otra. Nuestras historias, nuestros mitos y nuestras leyendas encierran un valioso saber. Ellos son explicativos del origen de las cosas y de todo lo que nos rodea. Son mitos, aventuras, fechorías, combates, victorias y también alucinaciones y visiones alucinadas.


Como antes no estaban los libros para guardar el saber, los ancianos wayuu guardaban el saber en las historia y en las leyendas, como la historia del uchechet. Cuentan los viejos wayuu que el uchechet era una mujer que vivía con su familia. Su marido salía todos los días a cazar para el sustento de los hijos y la mujer se quedaba en casa preparando los alimentos, pero si el marido no conseguía nada durante el día, ella se comía la comida que le había preparado. Una mañanita, el hombre se fue para el monte. Caminó todo el día sin encontrar nada, ni siquiera un conejito, y cansado regresó a su casa. La mujer había preparado carne asada con yuca y una mazamorra con leche, a la que le decimos yajaushi.


Al caer la tarde, la mujer mandó a sus hijos: “vayan, vayan a ver si viene su papá y si trae algo”. Los niños fueron a percatarse a la mitad del camino si el papá venía con alguna presa. Los niños regresaron diciendo “¡allá viene, allá viene mi papá! ¡pero no trae nada!” Entonces, enseguida la mujer fue a la cocina y se comió la comida que le había guardado al esposo. Cuando él llegó, vio que la mujer tenía la comisura blanca de la mazamorra de leche que se había comido apresuradamente. Entonces le dijo “te comiste mi comida, eres una desconsiderada. No sabes cuánto sufro yo buscando alimento. Como castigo vas a quedar convertida en un ave con la mancha de tu robo como prueba de lo que hiciste”, y entonces fue convertida en uchechet, un pájaro que tiene la comisura de la boca blanca. Hasta aquí mi relato.



Cuando relato esta historia, que me encanta, me pregunto qué quieren decir mis mayores. Entonces entiendo que hay mujeres materialistas e interesadas. Pueden decir que es machista, pero no; esto aplic para hombres. Hay personas que son materialistas e interesadas. Hay personas que solamente dan si reciben. Por eso es importante conocer el corazón de la persona con la que te vas a casar, mirar si no es materialista, si es una persona generosa, si una persona que te va a servir como una ayuda de verdad, una ayuda idónea para esto que es construir un hogar. Entonces me digo que sí, ciertamente los mayores me están enseñando a que hay que ser sensato al momento de tomar una pareja.


Las narraciones wayuu siempre tienen una fórmula de entrada y una fórmula de salida. Siempre vamos a comenzar diciendo “en tiempos remotos”, “cuentan los viejos wayuu”, “estaba un día” o “cuando las cosas comenzaron al principio”. También tienen fórmulas de salida: “y así fue desde entonces”, “por eso es que…”, “así fue cómo sucedio” y “hasta aquí mi relato”, como yo acabo de decir. En wayuunaiki diría shiane kia, hasta aquí.


Los narradores, cuando están contando historias, se apoyan mucho en su cuerpo y en las inflexiones de la voz. Un buen narrador seduce a su público. Es un exitoso narrador cuando puede cautivar toda la atención del público y logra sacarles risas, cuando la gente se sorprende y cuando la gente celebra. Estas narraciones se recrean y se estructuran a partir de los elementos estilísticos y patrones culturales del pueblo wayuu. Hay muchas metáforas, símil, anáforas, prosopopeyas, onomatopeya y descripción, entre otros recursos retóricos.


Quiero contarles otra historia que realmente me gusta mucho, por todo lo que está guardado en ella. Es monkulonseerü, un búho o lechuza, como lo conocen en algunas regiones del mundo. Dicen los ancianos wayuu que, cuando el mundo comenzaba, monkulonseerü era una señorita gorda y tenía una espléndida huerta, un gran rancho y una formidable y fuerte enramada. Y todo esto lo había hecho ella sola. Ella había decidido construir todo sin ayuda de nadie, porque algunas personas la habían decepcionado y causado molestias. Un día Iiwa, estrella de la primavera, llegó vestido de caballero a visitar a monkulonseerü y después de hablar largamente con ella, le propuso matrimonio. Ella respondió que las cosechas que tenía, lo mismo que su rancho y su espléndida enramada, lo había conseguido ella sola, no necesitaba marido. Enojado por el desprecio, Iiwa la castigó con dos años de sequía. Los vecinos se enojaron con monkulonseerü y la sacaron empujones de la región, acusándola de ser la causante de todos los males por la falta de primavera. Y aunque monkulonseerü lloró y lloró amargamente, el castigo se cumplió. Iiwa le dijo a monkulonseerü “adivina en tus sueños qué día vuelvo”, por lo que ella quedó como pensando en eso que le había preguntado Iiwa y entonces quedó convertida en un ave meditabunda. Así fue cómo sucedió.


Ahora, la enseñanza que yo encuentro es que las personas que viven mucho tiempo solas, se acostumbran a vivir solas. Las personas independientes buscan vivir con muchas comodidades; las personas que tienden a vivir mucho tiempo solas, tienden a engordar. Cuando se ha sufrido una decepción, la gente tiende a no arriesgarse en situaciones que le causarían dolor. Las decisiones que una persona tome siempre afectarán a su entorno. Las personas que están solas, se tornan reflexivas y hay personas que se ofenden si la otra no hace lo que ella quiere. Es así como yo interpreto el saber escondido dentro de esta historia, pero podemos hacer otras interpretaciones también y encontrar otros saberes. Lo que quiero mostrar con esto es que hay mucha sabiduría en cada una de las historias del pueblo wayuu.


Comenzamos con narradores y luego, cuando los indígenas aprendimos a escribir y comenzamos a asistir a los colegios, quisimos guardar y preservar el conocimiento que se estaba perdiendo, porque quiero decirles que los narradores hoy, aunque son personajes muy importantes, no son tantos como antes. Aunque la transmisión del saber de manera oral se ha ido perdiendo producto de la endoculturación, para nosotros los wayuu ha sido muy beneficioso poder guardar el ahora en los libros para que no se pierda.


Nosotros realmente no tenemos un sistema de escritura como la cultura occidental. Sí, tenemos una serie de expresiones simbólicas o códigos ideográficos. Por ejemplo, en los tejidos hay unos kanaas, que son unos dibujos geométricos y lo que se está haciendo allí es una estilización de lo cotidiano. Por ejemplo, los kanaas hacen referencia a, por ejemplo, un ojo de pescado, a la vulva de la burra, al diente de un conejo, a la huella de un caballo, la tripa de la vaca, el tejido de las barras en el techo, el caparazón de un morrocón, con el gancho para colgar, los pocillos en la cocina... todo eso se estiliza y se transforman kanaas.


También existen unas marcas claniles con las que las familias wayuu marcan sus chinchorros, sus platos y sus utensilios. También está la pintura facial festiva que hace alusión a, por ejemplo, la flor de la patilla, las alas de la mariposa, o el cabezal de los frenos del caballo. El espiral es el camino de los indios muertos, etcétera. Entonces son como códigos ideográficos.


En relación a mi proceso creador, soy hija de una narradora del sector de la media Guajira. Mi papá es del clan Apshana, su ranchería es más grande y más conocida que la de mi madre. Fuimos a la ciudad a completar los estudios y allí estando en Riohacha, capital de La Guajira, por las noches nos reunimos y ella siempre nos contaba historias. Tuve la oportunidad de ir a la universidad y cuando estuve allí, leí mucha literatura, pero no estaba leyendo literatura indígena, no la presentaban por ningún lado. Nunca encontré ni nunca me mandaron a leer un libro sobre literatura indígena y nunca la encontré en la biblioteca de mi universidad.

Entonces me hice un compromiso particular, un compromiso conmigo misma y dije “voy a escribir esas historias del pueblo wayuu que nadie conoce”. Me sentía invisibilizada y entonces en 1992, se publicó mi primer cuento, Esta horrible costumbre de alejarme de ti. Lo publicaron en la Universidad de La Guajira y le doy gracias a Dios porque tuvo mucha aceptación, lo reprodujeron en el diario El Tiempo de Bogotá y así comenzó mi vida como narradora.


Estoy contenta porque como wayuu, yo necesitaba que mi pueblo fuera visibilizado, y ahora lo es. Ana María Ferreira está en Estados Unidos y ha hecho estudios sobre la literatura wayuu. Como ella decía, han habido grandes escritores aquí en Colombia, pero los wayuu han tenido más apoyo en Venezuela. Pero ahora me complace mucho que hay muy buenos y muy jóvenes escritores wayuu para que sigan haciendo presencia en todas las naciones, que es lo que hoy estamos haciendo.


Vicenta Siosi, Colombia: Indígena wayuu. Ganadora del Concurso Nacional de Literatura Infantil Comfamiliar del Atlántico; Mención de Honor en el Premio Andino Enka de Literatura Juvenil. Ha sido traducida al danés, francés e inglés.

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